A ese último post sobre El Crack-Up le iba a seguir otro –éste– titulado “Y a mí qué cojones me importa” en el que hablaría algo del libro en un texto ambientado en la playa de Ondarreta, en Donosti, con el sonido de ambiente de una señora joven muy pija seseándole a voz en cuello a otra las contrariedades que le estaba causando la inflación en la cesta de la compra y en la cuenta bancaria a día 5 de agosto y con todas las vacaciones por delante. ¡Ah, el estilo vocal alegro, desenfadado y deslizante del auténtico pijo, ese heredero y bon vivant de la superficie!
Pero lo que escribí allí en la playa me llevó a otras cosas y, sobre todo, conforme pasaban los días, fui despegando y desplegando dedos y brazos y cayendo más y más hacia atrás sobre una inmensa nube de algodón de dulce olvido de todo lo relacionado con mi blog e Internet en la que me hundía desnudo al calor del sol y el mitigante efecto contrario de la brisa marina. Por supuesto, he leído, y con gran placer y provecho, otros libros últimamente: De lo espiritual en el arte, de Kandinsky, recomendado por la misma persona que llevaba tiempo recomendándome asimismo El Crack-Up, mi hermanico Vito, a quien el post anterior estaba dirigido como un sms de largo y lento recorrido pero impactante llegada; Nocilla Experience, de Agustín Fernández Mallo, que me ha gustado muchísimo más que su anterior entrega nocillosa; Rascacielos, de J.G. Ballard; una recopilación de poesía china llamada Poesía China Elemental, cuya editorial y compilador-traductor no recuerdo ahora; un excelente minipoemario de la poeta valenciana Estel Julià que es un extracto, traducido por la propia Estel al castellano, de sus poemas en catalán incluidos en la Antología del Taller de poesía en valenciano de la UPV (2007/2008) (Universidad Politécnica de Valencia, en prensa) y que Estel me regaló en Bilbao, en primicia, hace unos días mientras tomábamos algo y hablábamos de poesía, de blogs y de mundillos editoriales, y last but not least, como le gusta decir a ella, Biografía del Hambre, de Amélie Nothomb, una autora a la que tenía ganas de leer después de haber leído algún comentario de David González y de haber seguido en su día la entrega (a Amélie) del premio Leteo 2006 en el blog del Club Leteo, de León, al que pertenecen autores como el hankover partner Nacho Abad o Alberto R. Torices (a cuya “segunda persona” se recomienda acceder desde la lista de enlaces, por ahí abajo), y que me ha deslumbrado y resucitado completamente. ¡Y eso que estuve a punto de dejar de leer después de las primeras páginas! Pero como eso mismo me ha pasado ya mil veces, afortunadamente seguí leyendo.
Como le dije a Estel el otro día, el 80 por ciento de lo que he publicado en Internet en los últimos dos años es prácticamente una porquería: bocetos mal hechos, fragmentos de cosas aún inexistentes, intentos fracasados, malos poemas escritos de un día para otro… Ha sido una pequeña locura, bastante divertida, eso sí. Por fortuna, aún quedan y quedarán los libros de papel, y mi primer libro, Terrorizer, completamente ajeno a todo esto, verá pronto la luz del día.
Así que, después de esa segunda canción en honor de Scott Fitzgerald y de esta nota de reapertura, vendrá un pequeño texto inédito a modo de celebración y anuncio de Terrorizer y la correspondiente y pertinente pieza-comentario-cita musical, ambas cosas como batir de tambores personal para ir poniéndome yo mismo, desde este extraño espejo diarístico en que se ha convertido este blog, en el mood apropiado de cara al nuevo y especial año que comienza hoy para mí, que siempre cuento los años de septiembre a septiembre.
Así pues, feliz año nuevo a todo pichirichi y saludos a discreción.
Murders,
Cómo me gusta el tema de The Cure, uff me trae tantos recuerdos…
La playa de Ondarreta y Donosti tiene esas cosas Murders, afortunadamente también otras exentas de pijismo.
El olvido qué bien nos viene de vez en cuando niño, yo también me Abando-né cuanto pude unos días en Bilbao y te puedo asegurar que uno de los lugares donde más disfruté, a propósito de De lo espiritual en el arte, de Kandinsky, fue en el Bellas Artes de Bilbo, estuve casi cuatro horas. En la sala de contemporánea puedes ver ese Blanquecino tan bello de Kandinsky, me impactó, también otros. Creo que leeré tu recomendación cuando acabe con Lispector y El bolso de Ana Karenina.
Y seguimos descubriendo referentes, como el de Fernandez Mallo, me encanta, la vorágine de referencias, me las apunto todas Mur.
Un mínimo apunte sin ánimo prepotente, el mini-poemario es la primicia de lo que saldrá a final de año (supongo) de la antología del Taller de poesía en valenciano de la UPV (2007/2008), es la selección de mis poemas y su traducción (para que nadie se llame a engaño).
Entiendo que con toda la avalancha de libros veraniegos hayas tenido un pequeño lapsus que estoy encantada de aclarar…
Last, but not least. Acertaste creo que voy a escribirme la frase en la frente, a poner una entrada en mi blog con ese título, lo escribiré en el suelo y bailaré con los lobos alrededor del slógan, me ha inspirado, será como un referente a partir de hoy.
Sobre tus absurdos y fracasos publicados en Internet, aquello ya es pasado David, ahora es presente y no sé por qué recuerdo nuestra conversación y te digo, que me ha encantado esta entrada, sobre todo porque tiene ese tono diarístico que nos viene al pelo al hilo de aquel día en el que compartimos algunas cosillas en tu ciudad.
La vida es una sucesión de redescubrimientos encadenados y el año nuevo comenzará el día que Terrorizer vea la luz, señor tripulante.
Por cierto, yo te recomiendo este The walk:
que es más movidito y le da un toque muy monin a tu blog, Uowwwwww me encanta.
Un beso con seseo,
Estel J.
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Espero que ese seseo sea el de Robert Smith.
Lo que pasa es que, mentalmente, yo estoy aún en la época en que los primeros grupos de Thrash Metal no querían hacer vídeos musicales porque era una mariconada, y les he prometido a los Slayer de esa época –con los que hablo a diario (¡Kerry King aún con pelo que agitar!)- que pondría su tema Live Undead después de la próxima entrada.
Pero sí, a mí me encanta The Cure, y de hecho lo que estoy escribiendo ahora en secreto, altísimo secreto, bajo llave, en una torre de marfil, está mucho más influenciado por ello que por otra cosa. Una de las razones por las que Amélie Nothomb me ha gustado tanto es porque me recuerda muchísimo a The Cure, cosa que jamás había visto en un escritor, excepto, de otra manera, en Scott Fitzgerald.
Perdón por el lapsus de Poliversos (ya lo he corregido).
Last but not least es un buen lema para ti, ya lo creo.
Y para mí también. Ahora que he dejado de llorar por los absurdos y fracasos y tengo juguetes nuevos, como el adjetivo “diarístico” que te succioné (¿?) el otro día, todo absurdo y fracaso me parece un mojón innecesario, digo… totalmente necesario. Me lo ha dicho un sabio maestro katateka chino con el que he soñado despierto esta mañana.
Además, ya sabes que soy un exagerado de mucho cuidao.
Don’t panic, amigos, don’t panic.
Es un placer volver a hablar contigo.
Beso de plástico,
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