En vísperas de la aparición del libro con el que tanto he dado la paliza, me permito robarle esta entrada a Alfonso Xen. Rabanal y reproducirla aquí tal cual.
Un libro, mientras no se lee, es solamente ser en potencia, tan en potencia como una bomba que no ha estallado. Y todo libro ha de tener algo de bomba, de acontecimiento que al suceder amenaza y pone en evidencia, aunque sólo sea con su temblor, a la falsedad.
Como quien lanza una bomba, el escritor arroja fuera de sí, de su mundo y, por tanto, de su ambiente controlable, el secreto hallado.
Lo que se publica es para algo, para que alguien, uno o muchos, al saberlo, vivan sabiéndolo, vivan de otro modo después de haberlo sabido; para librar a alguien de la cárcel de la mentira, o de las nieblas del tedio, que es la mentira vital.
María Zambrano Alarcón (Vélez-Málaga, 1904 – Madrid, 1991), filósofa y ensayista malagueña.
(Del artículo Por qué se escribe, Revista de Occidente, junio de 1934)
Citado por Xen en Crónicas para decorar un vacío (agujerito hacia la niebla)

