David Murders

Aquel 13 de Octubre – ayer mismo- nuestra vida dio un giro, el camino se adentró por nuevos terrenos. Sin tiempo para la lamentación debíamos ponernos una mochila y tirar monte arriba para pelear por mantener la vida de Jontxu. En esa senda, entre todos hemos conseguido que eso sea así. Jon vive y sigue peleando como un jabato por disfrutar de cada momento, de cada pequeña caricia a pesar de las enormes limitaciones a las que le ha sometido la enfermedad. Mucha gente se ha sumado a nuestro andar. Decenas de casualidades imposibles han ido sucediendo y estamos logrando el mejor de los presentes viables. Nos hemos encontrado con ángeles maravillosos: amigos de antes, nuevos amigos, científicos, médicos, personas imposibles, situaciones increíbles que nos refuerzan en nuestra convicción de la inagotable capacidad de amar de las personas. Y TODOS, absolutamente TODOS los que hemos compartido este camino, nos hemos enriquecido y aún nos enriquecemos cada día con Jontxu y por todo lo que supone su vida.

Pero este camino no ha hecho más que empezar. Hemos salvado la vida aunque aspiramos a mucho más. Aspiramos a que algún día las barreras de Jontxu disminuyan y le permitan disfrutar de cada momento con más intensidad. Para ello, el objetivo es claro: la búsqueda de terapias efectivas que “arreglen” el daño causado por este tipo de enfermedades malditas –leucodistrofias-. Quienes compartimos este camino compartimos dolor, pero por encima de él, la esperanza, el optimismo, la capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas, el cariño, la cercanía y la tenacidad. Entre todos es posible.

Y el caso de Jontxu no deja de ser uno más. Uno de tantos y tantos que existen a pesar de que parezca que no es así, hasta que tienes contacto directo con ellos, hasta que los encarnas.